Santa María Magdalena Petlacalco, más conocida simplemente como Magdalena Petlacalco, es uno de los doce pueblos originarios de la Alcaldía de Tlalpan y un lugar que preserva profundamente su herencia cultural y natural. Su nombre toponímico “Petlacalco”, derivado del náhuatl, significa “lugar de las casas de petate” y refleja una antigua tradición de cestería en la comunidad, que aprovechaba la abundancia de plantas de carrizo en la zona para la fabricación de petates y otros productos de cestería. Esta práctica es un testimonio de la habilidad artesanal de sus habitantes y de su conexión con el entorno natural.
Fundado en el siglo XV, este pueblo fue establecido por pobladores de origen náhuatl y tiene una historia marcada por conflictos con los mexicas de Tenochtitlán, a pesar de compartir la misma lengua. Con la llegada de los españoles, este pueblo adquirió un segundo nombre, en honor a Santa María Magdalena, debido a las leyendas coloniales que hablaban de sus apariciones en las cuevas de los alrededores. La tradición local cuenta que María Magdalena se aparecía en estas cuevas, razón por la cual la comunidad la adoptó como patrona y protectora, integrando su figura en la identidad del pueblo.
La primera aparición documentada de María Magdalena fue en 1699, lo que motivó la construcción de una capilla en su honor. En 1725 se inició la construcción de la iglesia dedicada a la santa, la cual se terminó cinco años después. En 1966 se agregó un reloj en la torre, que aún puede verse en la fachada de la iglesia y que se ha convertido en un símbolo distintivo del pueblo.
En el siglo XVII, la comunidad enfrentó la pérdida de gran parte de sus tierras, cuando en 1682 el hacendado José Tello de Meneses adquirió tierras que los españoles consideraban inhabitadas. Sin embargo, en 1938, el general Manuel Ávila Camacho, entonces secretario de la presidencia durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, gestionó la restitución de estas tierras a través de la creación del ejido de Petlacalco, restituyendo la posesión de las tierras a la comunidad. Este acto fue crucial para la identidad de Magdalena Petlacalco, ya que la tenencia de la tierra se convirtió en un símbolo de resistencia y autonomía, y ha sido transmitida como parte fundamental de su herencia hasta hoy.
Es también conocida por sus atractivos naturales, en particular el parque de dunas de arena, que ofrece a los visitantes una experiencia emocionante de deslizamiento por las dunas formadas con cenizas volcánicas. Este sitio, que ha ganado gran popularidad en los últimos años, permite disfrutar de un paisaje único y de actividades recreativas como picnics y paseos en un entorno natural. Su cercanía a otros destinos como Santo Tomás Ajusco y el Parque Nacional Cumbres del Ajusco lo convierte en un excelente punto de partida para excursiones y aventuras ecológicas.
El acceso a Magdalena Petlacalco es sencillo desde la Ciudad de México; el traslado desde la estación de Metro Universidad toma unos 25 minutos en auto, y hay servicios de autobús regulares que facilitan el acceso al pueblo. Estas rutas han fomentado un flujo constante de visitantes, quienes disfrutan de la cultura local y aprovechan para recorrer sus áreas naturales.
Santa María Magdalena Petlacalco es un tesoro cultural y natural de Tlalpan, un pueblo donde la historia, las leyendas y el entorno natural se entrelazan para ofrecer una experiencia única. Con el apoyo de la Alcaldía de Tlalpan, Petlacalco mantiene viva su identidad, brindando un espacio donde las tradiciones ancestrales se preservan y se comparten con las nuevas generaciones y los visitantes. Este pueblo originario es un recordatorio de la riqueza cultural y el patrimonio que Tlalpan sigue protegiendo y promoviendo como parte de su compromiso con la diversidad y la historia de la Ciudad de México.