Ubicado en el Parque Nacional Cumbres del Ajusco, el volcán es un símbolo natural de la Alcaldía de Tlalpan y un testimonio viviente de la actividad geológica que, hace miles de años, moldeó el sur de la Ciudad de México. Su erupción, estimada hace alrededor de 1,700 años, fue una de las más significativas en la historia de esta región y dio lugar a los paisajes de roca volcánica que hoy identifican Tlalpan y sus alrededores. La lava expulsada por el Xitle cubrió grandes extensiones de terreno, formando una capa de material volcánico que se extendió desde las faldas del Ajusco hasta los límites de lo que hoy es Santa Úrsula y el Pedregal de San Ángel.
La huella de esta erupción es visible en la formación rocosa que caracteriza la zona de Los Pedregales, un área que abarca desde el Ajusco hasta puntos icónicos de la ciudad, como Ciudad Universitaria, Pedregal de San Ángel, Santa Úrsula y Jardines del Pedregal. El suelo volcánico resultante no solo definió el paisaje, sino que también influyó en la ecología de la región: la estructura porosa y áspera de las rocas permite la retención de agua y la proliferación de especies adaptadas a condiciones semiáridas y montañosas.
El ecosistema alrededor del Xitle y en las áreas circundantes de Tlalpan se ha desarrollado sobre esta base volcánica, y es hogar de una rica biodiversidad. En sus faldas, se encuentran extensos bosques de pinos y oyameles que, gracias a la combinación de altitud y humedad, prosperan en este suelo volcánico único. A lo largo de los senderos que rodean el volcán, se pueden encontrar diversas plantas como el palo loco, suculentas como la oreja de burro y helechos, junto a especies de cactus que son exclusivas de esta región. Este ambiente ofrece refugio y alimento a una gran variedad de fauna, incluyendo águilas, halcones y, ocasionalmente, algunas especies de serpientes, que son avistadas en los parajes rocosos y en las zonas de matorrales.
Ha sido un elemento central para las comunidades de Tlalpan, no solo como un símbolo natural sino también como un espacio de valor arqueológico. La erupción del volcán sepultó la antigua ciudad de Cuicuilco, una de las civilizaciones más antiguas de Mesoamérica, cuyos vestigios aún pueden visitarse cerca de Tlalpan. Este evento volcánico marcó el desplazamiento de la población hacia otras zonas, lo cual influyó en el desarrollo de asentamientos en el Valle de México y en Tlalpan, creando una herencia cultural que aún se mantiene viva.
Hoy en día, el Xitle es un volcán inactivo y constituye un importante atractivo ecoturístico para la Alcaldía de Tlalpan. Los visitantes pueden recorrer sus senderos, que permiten explorar túneles y grietas formadas durante la erupción. Desde la cima del Xitle, se obtiene una vista espectacular que abarca la Ciudad de México y el verde extenso del Ajusco, que se extiende como una alfombra natural. Estas actividades, además de ser recreativas, promueven la conservación del lugar y educan a los visitantes sobre la importancia de preservar la biodiversidad y el equilibrio ecológico de esta zona protegida.
La Alcaldía de Tlalpan promueve continuamente iniciativas de conservación en la zona del Xitle, realizando campañas de reforestación, limpieza y actividades educativas para sensibilizar a la población sobre el impacto ecológico y la necesidad de preservar este entorno natural. Asimismo, se recomienda a los visitantes realizar estas actividades acompañados de guías expertos para proteger tanto a las personas como a la vida silvestre, respetando los ecosistemas que se han formado a lo largo de miles de años.
El Xitle es un símbolo geológico, histórico y ecológico de la Alcaldía de Tlalpan. Representa tanto la herencia natural como el compromiso de la comunidad por proteger y preservar los tesoros naturales y culturales que caracterizan esta región del sur de la ciudad.
